Alejandra Arratia de Colbún, ha pasado su vida ligada a la industria energética. Aún cuando estudió Antropología, sin darse cuenta el trabajo de su abuelo materno como operario de una compañía de electricidad, caló profundo y hoy se desempeña en una de las compañías más importantes del rubro. Conozcamos un poco más a la última integrante destacada de la 5ta Generación de Women in Energy:

«Mi nombre es Alejandra Arratia, orgullosamente antropóloga. Mamá de Nawel y Bruno Antü, mi fuerza y mi luz; y compañera de vida de Jaime, mi soporte. Soy angelina y actualmente vivo en Los Ángeles, después de haber estudiado en Temuco y haber vivido una parte importante de mi vida en el norte, entre Iquique, Putre y Arica. Me considero una mujer resiliente, muy amiga de mis amigos y curiosa; siempre con ganas de aprender y asumir nuevos desafíos».

«Como antropóloga, mi vinculación con la industria no es algo que se dé de manera natural, sino que más bien mi nexo con el mundo laboral en energía comenzó de manera casi anecdótica, cuando algunas amigas me pedían colaboración en algunas consultorías para proyectos en desarrollo, en el área de medio humano o en informes antropológicos. Ahí descubrí ese nicho laboral que me pareció muy interesante, porque permitía hacer investigación aplicada con un fin muy particular y específico, permitiendo visibilizar realidades diversas. Sin embargo, en ese momento, trabajaba en algo muy distinto, por tanto, mi vinculación fue solo freelance».

«Ahora que lo pienso, mi vínculo con el ámbito de la energía, viene a través de mi abuelo materno (91) y que fue toda la vida operario de la Compañía de Electricidad (CGE) en Los Ángeles. En este sentido para mí fue muy emotiva la visita al Museo de Electricidad que tuvimos en el marco del programa, pues fotografié muchos transformadores y paneles eléctricos que me hubiese gustado poder mostrarle a mi abuelo para haber tenido una nutrida conversación, sin embargo él se encuentra sin visión actualmente.

«Se me dió la posibilidad de ingresar formalmente al sector, primero en empresas regionales de ingeniería y desarrollo de proyectos, para luego pasar a ser parte de empresas generadoras extranjeras, hasta llegar a mi cargo actual en Colbún, donde trabajo desde la génesis o la compra de proyectos, hasta la construcción o materialización de éstos. Hoy, me desempeño en el área de Relacionamiento Comunitario, siendo el puente entre las comunidades y la empresa. Mi trabajo consiste principalmente en ser “traductora” de un lenguaje más técnico de proyecto, para informar, aclarar dudas y responder consultas de vecinos y vecinas. Éste, sin duda es un trabajo que me apasiona, y que lo hago con todo el corazón, pues soy una convencida de que las brechas de información, de comunicación, de educación son posibles de acortar».

«La historia de la humanidad y el desarrollo de la sociedad en si misma, está estrechamente ligada al surgimiento de la energía, sin ir más allá, el dominio del fuego tuvo como consecuencia [entre otras cosas], el establecimiento de los hombres en torno a cacicazgos, jefaturas y posteriormente ciudades. Por tanto, entender la energía al margen de la humanidad, resulta sesgado».

«La humanización energética guarda relación con no perder el foco; en el qué, en el quién y en el para qué, hacemos lo que hacemos, es ponerle rostro, nombre, territorio a nuestra labor. Es agregarle valor a una cadena compleja donde interactúan proveedores, clientes, inversionistas, comunidades, medioambiente, etc. Es entender cómo las decisiones que se toman en materia energética tienen repercusión en la vida de las personas, pues somos dependientes de la energía, por tanto, la disposición de ésta, el recambio de la matriz, el cambio climático, la participación ciudadana y la pobreza energética, son variables que tenemos que analizar, a la hora de estar insertos en esta industria».

«Las mujeres constituimos el 49,7% de la población mundial, por tanto, sin duda nuestra participación en el ámbito de la energía, como en todos los ámbitos de la sociedad son fundamentales. Culturalmente, ha recaído en nosotras el rol de la socialización primaria en nuestros hogares, por tanto, también el rol de educadoras no formales de nuestros niños y niñas, entonces, y en este sentido, en la medida en que nos desempeñemos en distintos espacios en la sociedad, nuestros niños y niñas también tendrán la posibilidad de que se informen, eduquen y conozcan de primera fuente, ámbitos tan atractivos como la energía, las ciencias, las humanidades, la ingeniería o la relevancia de los temas medioambientales».

«Por otra parte, y a propósito de la conmemoración del 8M, las mujeres a pesar de tener un rol preponderante en la sociedad,como ya hemos señalado, el ejercicio de éste ha estado relegado al ámbito doméstico, por lo que temáticas como la educación, la política, y el ejercicio laboral entre otros, han sido ámbitos netamente masculinizados, donde la inserción femenina se ha hecho realidad, solo a partir de luchas históricas por la consecución de derechos. Y lamentablemente en tiempos de crisis, como lo acontecido durante los últimos años; con la proliferación de guerras, el surgimiento de conflictos sociopolíticos, pandemias y/o desastres naturales, lo primero que retroceden son los avances en los derechos femeninos, ya lo dijo Simone de Beauvoir en 1971. Por tanto, la lucha de los espacios ganados, es una lucha cotidiana por la consecución de la equidad, y en virtud de ello, es que la “Igualdad de género” es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos, promulgados e impulsados por la ONU al 2030».

«Hoy no podemos entender el quehacer de la industria energética sin participación activa de las mujeres, puesto que esta industria, así como requiere de múltiples disciplinas involucradas para hacer frente a temáticas como el cambio de la matriz energética, el cambio climático y la humanización energética, asimismo, necesita de la equidad de género en su accionar; la presencia y al abordaje tanto de hombres y mujeres comprometidos y aportando por un mismo fin. Las sociedades complejas necesitamos la corresponsabilidad tanto en el ámbito laboral, como en el ámbito doméstico, para la consecución de un desarrollo sostenible y con bases sólidas».