Son tiempos de cambios, qué duda cabe. La incertidumbre nos rodea, sobre todo en los sectores productivos, incluyendo el energético.

 

Antes del estallido social, existía la sensación de que avanzábamos por la línea correcta. Crecía la conciencia de lo serio del deterioro de nuestro planeta a causa del cambio climático, lo que hacía urgente acelerar el propósito de la carbono-neutralidad y tomar medidas concretas para ello. Sin embargo, vino el levantamiento social, nos quedamos sin la versión local de la COP25 y muchos planes orientados a este fin quedaron suspendidos. No nos alcanzamos a dar cuenta, y la pandemia nos obligó a concentrarnos en el día a día para así poder sobrevivir de la mejor manera posible, dejando de lado los aspectos de largo plazo para enfocarnos en lo inmediato.

Pese a todo, el sector energético ha sabido responder a los desafíos impuestos por la emergencia sanitaria. Han sido miles los hombres y mujeres de nuestro país que no han descansado para mantener nuestro sistema energético vivo. Para que los hogares tengan calor, las cocinas puedan preparar el alimento, entre otras cosas, para que los hospitales tengan la energía necesaria para mantener funcionando sus sistemas.

En términos generales, podemos decir que el sistema energético de nuestro país es sólido y en medio de esta crisis brutal se ha demostrado, por una parte, la resiliencia de la infraestructura de nuestro sistema y, por otra, la calidad técnica, profesional y humana de los equipos de trabajo.

No obstante, tenemos que aprovechar estos meses en los que nos hemos detenido y obligado a reflexionar. Un tiempo en que hemos podido pensar en qué estamos haciendo, para qué y cómo queremos lograr nuestro propósito.

¡Esa es la gran oportunidad que nos trajo Covid-19! Y ahora es tiempo de actuar.

Es el minuto de empujar la transición energética centrada en el bienestar de las personas con mucha más fuerza. No podemos bajar los brazos y apostar por una reactivación económica rápida, que nos signifique un retroceso. Tenemos que reactivarnos de manera inteligente, ágil y oportuna.

Hace poco, la prensa reveló que, a fines del 2020, se espera que la capacidad eléctrica de nuestro país esté compuesta en más de un 50% por energías renovables, principalmente energía hídrica, solar y eólica. Esto, sumado al acuerdo voluntario del término de operaciones de las centrales a carbón en Chile al 2040 e incluso al cierre adelantado de algunas de ellas como Bocamina I y II, confirman que es factible que nuestra matriz eléctrica nacional sea 100% renovable. Acciones concretas para enfrentar la urgencia climática y que muestran las incomparables ventajas que tiene Chile para lograr la meta de carbono neutralidad al año 2050.

Desde el World Energy Council Chile, hemos participado de conversaciones en torno a la reactivación post crisis Covid-19 y somos miles los que compartimos la idea de que podemos compatibilizar una transición sostenible y a la vez dinamizar la economía aun cuando eso requiera de un cambio en cuanto a la forma en que se realizan los procesos. Tenemos que aprender a navegar en un mar donde la certeza será un bien escaso y la planificación tendrá que dar espacio al error como fórmula de aprendizaje.

Estamos convencidos que, aun considerando la situación actual, la transición energética seguirá avanzado. Vemos que los distintos países, y en particular en Chile, los actores de esta industria están comprometidos con esta transformación que ofrece un equilibrio entre el cuidado del planeta, la viabilidad económica y mejores condiciones para la vida de las personas. Poniéndolo en perspectiva, hace 10 años estos cambios los veíamos lejanos, incluso casi imposibles, sin embargo, hoy estamos hablando a nivel global acerca de cambiar las formas de la industria energética por una sostenible, limpia, más eficaz y eficiente.

Por esto, reiteramos nuestro llamado para que continuemos trabajando por la carbono neutralidad de nuestro país, la que incluye grandes temas tales como la electrificación de los diferentes territorios, cambios en el sector de transportes y sus combustibles, cierre de plantas de generación a carbón, pero también implica el esfuerzo de cada uno de nosotros en términos de cuidar el uso de nuestra energía, la utilización de medios de transporte limpio, entre otras tantas cosas que podemos hacer en nuestro día a día. De esta manera, avanzamos en conjunto a través de un camino de transición centrada en el mayor beneficio de todas las personas.

Continuemos soñando con construir un lugar más amigable para todos y un mundo mejor para las próximas generaciones.

Todos somos energía. De ti también depende.

Columna publicada en Revista Electricidad